Monday, September 2, 2013



Aun me acuerdo cuando vi en el periódico un artículo sobre la muerte de un paracaidista español, Álvaro Bultó, mientras practicaba wingflying en los Alpes Suizos, con 51 años. Cuando lo leí se me callo el alma al suelo. 
Porque si te paras a pensarlo, es triste. 
Es triste que practicando algo como el deporte, algo que amas, que te apasiona, que te hace sentir vivo, eso que te hace despertar millones de sentimientos en pocos segundos, de repente, todo esto desaparezca, y pase de hacerte sentir la persona más viva del mundo, a no sentir. De tenerlo todo, a perderlo todo.
Siempre he pensado que debería estar prohibido morir así, por algo que amas, yo lo llamaría "morir por amar". 
Es algo traicionero no? Eso que amas, hace que dejes de amar. Pero al mismo tiempo hace que otros te amen más, aunque desgraciadamente esto nadie suele llegar a saberlo, y es un amor de los que duelen para siempre, de los que se guardan para uno mismo.
Aunque si piensas en la manera en la que te gustaría morir, esta sería una de las mejores opciones que elegiría. 
Haciendo lo que amas, y sintiéndote vivo, que las últimas horas que te queden, las pases vivo, expulsando adrenalina y felicidad a dos mil km de distancia. 

Así que cuando acabé de leer este artículo que alguien escribió para honrar la memoria de Álvaro, me dije a mi misma que todo lo que hiciera lo haría feliz, amándolo y disfrutándolo.
Porque quien sabe si eso que estás haciendo será lo último. 
Y porque al fin y al cabo a todos nos toca morir, y morir feliz es lo más bonito que hay.